MANUEL AUGUSTO ALONSO: UN EJEMPLO A SEGUIR

El pasado 1 de agosto me enteraba, a las 8 de la mañana, de que habías dejado este mundo, Alonso, pues así te llamamos los que te hemos conocido personalmente.
Sé que siempre serás un inmortal en la Historia del Atletismo: o Galgo da Alza. Fuiste el primer español en batir el récord nacional de 3.000 metros obstáculos en cinco ocasiones, bajando de los 9 minutos (8:56.2) el 20 de agosto de 1958, en Estocolmo, durante el Campeonato de Europa. Al día siguiente, lo conseguiste en los 5000 (14:18.0). Ganador de dos medallas de plata, una en los Juegos del Mediterráneo de Beirut (1959) y otra en los Juegos Iberoamericanos de Santiago de Chile (1960), tu carrera deportiva no se detuvo, pues participaste durante muchos años en categoría de veteranos, consiguiendo la medalla de oro en 3000 obstáculos durante los Campeonatos del Mundo de Veteranos (Roma, 1985).
Si bien te convertiste en un indudable referente del atletismo gallego y español de aquellos difíciles tiempos, yo hoy voy a hablar de ti como un referente de otro tipo.
Te conocí siendo muy joven, como en una carrera de relevos, pues el camino docente que tú abandonabas era el que yo comenzaba y, sin embargo, eso no impidió que nos conociésemos bien. No me enteré de que habías sido un gran atleta por ti, sino por los demás. Jamás presumías de tus logros, al contrario, los contabas con una naturalidad desconcertante, como si tú no fueses el protagonista de ellos. Muchos adjetivos con los que te definiría son también de medalla: un hombre especialmente noble, empático y sencillo. Jamás vi en ti un tono altanero, una palabra brusca o fuera de lugar con ningún compañero o alumno, ni un mínimo mal comentario sobre otra persona. Tú me enseñaste que en la vida hay otro tipo de carreras de obstáculos, difíciles carreras llenas de vicisitudes en las que no nos dan ningún premio o medalla. Carreras que tú también has tenido que superar.
Es curioso que sea hoy mi amiga Marta, ex triatleta, otro modelo de empatía y humildad, la que me diga las mismas frases que me decías tú constantemente: aquéllos que luchamos, día tras día, con duras enfermedades, somos también grandes campeones sin derecho a medalla.
Recuerdo que, cuando me conociste, me decías que yo ya no necesitaba hacer ningún deporte porque, como no paraba de correr de un lado para otro, ya quemaba todas las calorías necesarias. Después mi movilidad se fue reduciendo y fue entonces cuando me demostraste tu admiración por el hecho de levantarme cada día e ir a trabajar con todas las dificultades que me acompañaban. Hoy, estés donde estés, quiero darte las gracias por todas aquellas palabras de admiración y cariño que tanto me animaban, y por enseñarnos a todos (alumnos y compañeros) a ser un modelo de ser humano difícil de alcanzar. Estoy segura de que no sólo serás recordado como ese extraordinario atleta que fuiste, sino también por ese especial ser humano al que todos queremos. Gracias, Alonso, por haber aparecido en mi vida.

2 comentarios:

  1. Muy emotivo. Se nota que lo conocías bien. Yo solo sabía de su faceta atlética y me he quedado gratamente sorprendido por la unanimidad que concitaba su gran calidad humana.

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  2. Muchas gracias a Luis Montes y a Bea, que conocéis muy bien el mundo del deporte y sois también especiales a la hora de valorar otro tipo de esfuerzos...

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